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Dejar de beber zumo de piña me salvó la vida a los 9 años y me dio salud

Mi mayor valor en la vida, tanto a nivel personal como profesional es la salud.
Aunque haya sido ahora cuando realmente lo he definido, me he dado cuenta de que, este gran valor ha formado parte de mi vida desde los 9 años.

¿Qué pasó con mi salud a los 9 años?

¿Qué fue lo que me ocurrió para que a esta edad me diese cuenta que el zumo de piña me estaba matando?

Los tiros no van por ninguna alergia a la piña ni nada de eso, aunque si está muy relacionado con un ingrediente. El azúcar y la adicción que tiene las personas a él desde pequeños.

Desde los 9 años, tuve que aprender que solo los hábitos saludables, alimentación y ejercicio sobre todo, me permitirían llegar a ser una adulta sana. Una persona que no ha desarrollado ninguna diabetes, obesidad o trastorno metabólico.

Mi niñez duró muy poco

A lo mejor te preguntas porqué una niña de 9 años va a estar pendiente de estas cosas en lugar de estar jugando con otros niños. Pues la cosa es que, yo ya no era una niña. Mi cuerpo desarrolló muy rápido, y a esa edad fue cuando me vino la regla por primera vez. Ya tenía cuerpo de mujer.

Para que te hagas una idea, ahora tengo 35 años y  mido 1,67 m de estatura y peso 64 kg. Con nueve años medía lo mismo y pesaba 7 kg más, es decir, tenía 2 tallas más que ahora. Cuando hice la comunión a los 10 años, tuvieron que hacerme un traje a medida. Más que una niña de comunión yo parecía una novia. Tendrías que ver la fotos.

Por supuesto, yo no podía ponerme los típicos vestiditos de flores y conjuntos súper monos que llevaban mis compañeras de clase. Mi padre me tenía que vestir con ropa de mujer, que por aquel entonces era súper sosa y mustia para mí.

niña y salud

Pensaron que estaba enferma

Un día, en el colegio, nos hicieron el típico reconocimiento médico dónde midieron y nos pesaron. Entonces conmigo saltaron todas las alarmas. Para ver qué ocurría, me derivaron al endocrino para hacer un estudio más en profundidad.

De hecho, escribiendo estas palabras me he dado cuenta de que no fui la única. Fuimos dos en esta situación, yo y un niño compañero de clase. Y te lo cuento porque este dato es bastante relevante, y te explicaré más adelante por qué.

El Gran veredicto de mi Endocrino sobre mi salud

Cuando mi madre y yo llegamos a la consulta del endocrino, lo primero que hizo el médico fue volverme a medir y pesar. Después estuvimos hablando sobre mis hábitos.

Os cuento lo que le contamos al médico. Mis padres siempre han trabajado los dos entonces, quien me llevaba y traía al colegio era mi abuela Carmen, la madre de mi madre. Con ella comía todos los días y estaba hasta las 17:00 que mis padres me recogían. Vale ahora, imagínate a una niña de buen comer, que se acaba todo lo que le ponen en el plato. ¿Qué crees que hace esa abuela con la niña? ¡Obvio! le da más comida. Y además, ¿recuerdas las típicas tazas de lata que tenían las abuelas en la alacena? pues yo me bebía dos de esas llenas de zumo de piña de tetrabrik en cada comida. Vamos, medio litro de zumo cargado de azúcar cada día.

Pues total, que el endocrino hizo una prueba conmigo. Me dijo: «durante un mes, no vas a beber zumo y vas a tomar la leche desnatada». Lo del zumo vale, pero lo de la leche, a día de hoy no le veo mucho sentido… Pero bueno, el caso es que le hice caso al pie de la letra y al cabo de un mes, había perdido dos kilos.

Recuerdo como el endocrino le dijo la siguiente frase a mi madre: «esta niña está más sana que una manzana, no le pasa absolutamente nada».

Algo que evidentemente no era cierto, ya que tenía bastante sobrepeso.

médico y salud

No me dieron soluciones para mejorar mi salud

Y sin más, mi madre y yo salimos de la consulta del endocrino. No me dio ninguna pauta nutricional ni nada. Entonces, ¿ahora qué?, ¿Cómo solucionábamos mi problema de peso?.

Pues ante la falta de indicaciones, y el desconocimiento de mis padres sobre nutrición, no me quedaba otra que empezar a recortarme y mirar lo que comía continuamente. Yo le decía a mi madre: «mamá esto no me lo pongas para cenar, mejor esto otro». Mi pasión por el tenis de pequeña me ayudó a enamorarme por el ejercicio físico.

El conjunto de estos hábitos es lo que hizo que perdiera peso y llegara a la adolescencia con un peso más o menos normal para mi edad.

Mi pasión se convirtió en una obsesión

A lo largo del tiempo me he ido viendo a mi misma como el patito feo, que iba evolucionando y mejorando con los años. Y ya no solamente a nivel estético, si no a nivel de salud. Sin duda, la alimentación saludable y el ejercicio físico ha sido la clave para todo esto. El haber empezado a cambiar a los 9 años me ha permitido estar libre de enfermedades metabólicas, obesidad, trastornos hormonales, etc.

¿Recuerdas a mi compañero de colegio al que también llevaron al endocrino? nunca cambió. Siguió llevando los mismo hábitos y toda subida, hasta la fecha, ha sufrido de obesidad.

¿Qué fue lo que marcó la diferencia entre los dos partiendo desde el mismo problema?

Pues que yo, a la edad de 9 años convertí la solución de mi problema en mi obsesión.

El perder peso mediante la alimentación saludable se fue convirtiendo en algo apasionante. Porque para mí era muy importante conocer el por qué de las cosas, el saber cómo funcionaba el cuerpo humano. Era tan extremadamente curiosa e inconformista que nunca quedaba satisfecha con las respuestas. Necesitaba ahondar más en profundidad en el conocimiento: el cuerpo, los sistemas, los órganos, los tejidos, las células, las proteínas y las moléculas.

Bioquímica por vocación

Al terminar el instituto, decidí estudiar Bioquímica en la Universidad de Granada. Tras licenciarme y estudiar un par de másteres universitarios, entré a trabajar como investigadora en un grupo de investigación de la universidad especializado en células madre cancerígenas. Tras 9 años de trabajo de investigación, este año defiendo mi tesis. Una tesis doctoral en Biomedicina.

A lo largo de estos años en el laboratorio, he probado decenas de compuestos frente a este tipo de células tumorales. El más exitoso de ellos es el que saldrá a la luz en mis publicaciones y será el centra de mi tesis.

A pesar de que es súper importante desarrollar buenos tratamientos para tratar a los pacientes que padecen cáncer, he podido constatar cómo el mejor de los tratamientos es la prevención.

De científica a empresaria en salud

La creación de un entorno saludable y una rutina de hábitos excepcionales es lo que nos va a mantener sanos en el tiempo. No hizo falta sacarme una carrera, hacer 2 másteres y sacarme un doctorado para averiguar esto. Yo lo aprendí a los 9 años.

Desde entonces  ya reflejaba ser una persona con bastantes inquietudes. Una de las cosas que siempre he querido hacer es montar mi propio proyecto, negocio o empresa.

Fue en pleno confinamiento por la pandemia cuando todo empezó a moverse en este sentido. Con el parón en el trabajo del laboratorio, empecé a interesarme por todo lo digital. Me apunté a cursos de marketing digital, emprendimiento, ventas, comunicación, etc.

Y empecé a desarrollar mis primeros proyectos personales, entre ellos, mi blog de divulgación científica y mi cuenta de Instagram. Por aquí enseñaba cosas sobre ciencia, alimentación saludable, dieta cetogénica o ayuno intermitente.

👉AQUÍ tienes mi cuenta de Instagram

La creación de mi negocio en salud

Entre entre todos lo proyectos que empecé a realizar, tuve una oportunidad de mano de una mujer de Barcelona que me contacto por redes. Ella me proponía un negocio basado en el cuidado natural y libre de tóxicos. Se trataba de una empresa austriaca que abogaba por el cuidado de la persona desde la potenciación de la salud, desde la prevención. Además, una de sus máximas es la sostenibilidad del planeta.

Vi tan alineado este proyecto con mis valores de salud, que dije si. ¡Vamos a intentarlo!

Mi propósito de vida

Ahora hace 4 años que soy Ringana Partner y cada día estoy más enamorada del proyecto.

Gracias a Ringana y sus productos sin tóxicos, estoy cada vez más cerca de alcanzar mi propósito de vida. Lo que yo quiero es que todas las personas lleven a los 90 años con buena salud. Esto no es un mito, es una realidad que puede llevarse a cabo si se incorporan los hábitos correctos a nuestras vidas.

Es cierto que para conseguir esto, debes ser una persona con inquietudes, que esté dispuesta a buscar soluciones y ponerlas en práctica. Como lo soy yo desde los 9 años.

Da igual el tiempo que lleves haciendo las cosas mal. El cuerpo es una máquina perfecta, que por muy oxidada que esté, a poco que le pongas un poco de aceite va a empezar e moverse mejor.

Si te has quedado leyendo mi historia hasta aquí, es porque tú también eres una persona que como yo, tiene una gran conciencia en su salud y en la de los demás. Así que, contáctame y estaré encantada de ayudarte con lo que hago.

Si antes quieres indagar un poco más en qué es Ringana, te dejo un artículo de mi blog por 👉 AQUÍ para que te informes.

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